Publicación del libro “Orientación Vocacional: Aportes para la formación de Orientadores”.

Compilación que recoge las contribuciones del equipo docente de un curso de formación de posgrado realizado en un hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. “Las elecciones vocacionales de los jóvenes escolarizados. Expectativas y obstaculos», 2010. Compilación que reúne resultados de una investigación nacional realizada a finales de 2006. Revista Novedades Educativas Nº 246. Artículos resultantes de la creación del área de Orientación Vocacional y Discapacidad de nuestra asociación.

Nota publicada en el diario La Capital. También la pueden encontrar en el sitio de Nueva Cátedra.

Elegir una carrera no es una tarea sencilla
El humor de Quino siempre ha sido esclarecedor: ahí está Felipe, ese ingenuo, soñador, despistado e incansable ajedrecista amigo de Mafalda. Un fanático de El Llanero Solitario que sueña con ser un gran ingeniero, aunque no le pone mucha garra a los deberes escolares.

Prueba su suerte con una antiquísima táctica. Cual ensayo de Bernoulli, arroja al aire una moneda resuelto a jugarse el destino. Los nervios lo carcomen, suda, se tapa los ojos y espera escuchar el repique de la fortuna al chocar contra el suelo. Los segundos que la moneda demora en completar su trayectoria les resultan perpetuos. Totalmente solo, espera un resultado para tomar la decisión. ¿Cara o ceca? Caput aut navis. Todo se reduce a la decisión de un instante. Y cuando finalmente todo se define, la moneda… cae de canto!!!! Entonces Felipe sumido en una mayor angustia cavila: «Lo peor es que este final indeciso me ha hecho olvidar qué tenía que decidir».

Como Felipe, cada año muchos jóvenes se encuentran con incertidumbres como estas: ¿Qué hacer después de la escuela? ¿Qué quiero ser? Preguntas que nos confrontan con la potencia de> nuestro deseo. Y ante éste muchos optan por huir, otros por postergar hasta el último minuto porque «nada les atrae», otros eligen lo conocido o buscan títulos rimbombantes. Otros arrojar una moneda: «Medicina cara, psicología ceca». O lo que es peor, aceptan como una verdad inapelable el resultado de una batería de tests que indican: «Me dio …. x carrera». Para colmo los medios de comunicación nos bombardean permanentemente con la idea de que todo en nuestra vida es una mera cuestión de elección con el mínimo gesto de «hacer click aquí» o poner «me gusta».

Definiciones. En muchas ocasiones se define a los jóvenes como desorientados, desganados, desinteresados, perdidos… y muchos otros estigmas y motes negativos. Sin embargo, bajo ese falso ropaje lo que encontramos es un fuerte proceso de construcción de la propia identidad que está teñida de considerables avances y retrocesos y de la necesidad de encontrar un lugar propio.

La cuestión de elegir una carrera, de encontrar nuestra vocación, es una cuestión ligada a nuestro deseo y a la búsqueda de lo que uno quiere y de obtener satisfacción con ello.

Socialmente está la presión de «elegir algo ya», de que «no pierdan tiempo», de que «sean eficaces y no fracasen en el intento».

Pero elegir no es una tarea sencilla, es una encrucijada. Podemos dejar la decisión a una moneda o tomar un camino que implica mayor compromiso y responsabilidad con nuestros deseos. Elegir implica permitirse preguntas por el deseo. Y cuando se está finalizando el colegio secundario es un momento privilegiado para ensayar algunas respuestas.

Momento oportuno. Estos meses son oportunos para ponerse en movimiento y poder buscar información, acercarse a las facultades, a las ferias de carreras, consultar a amigos, familiares y profesionales, asistir a charlas de orientación y consultar a algún orientador. Los padres tienen que tener claro que su presencia es muy importante en este período y que es necesario acompañar los cambios que esta transición implican. Una presencia amigable, que exponga pero no imponga sus valores, expectativas y deseos. Como adultos somos garantes de la libertad de poder elegir. Y como jóvenes de ejercer el derecho a elegir.

Oportunidad. Como dice un gran amigo, Sergio Rascovan: «No se juega la vida en la elección aunque para elegir haya que jugarse». Y permitirse jugarse es aceptar la posibilidad de equivocarse, la posibilidad de fracasar. Tal cual las bellas palabras de Samuel Beckett: «Da igual, prueba otra vez. Fracasa otra vez, fracasa mejor».

Entonces para elegir hay que habilitarse la oportunidad de conjugar futuro, de inventarse un mañana. Como entona el Chizzo Napoli: «Inventa un mañana que no pueda ser / con lo más de tus ganas y hacelo nacer / y aunque no haya nada que hoy puedas ver / inventa un mañana y lo verás crecer».

(*) Psicólogo, miembro de la Asociación de Profesionales de la Orientación de la República Argentina (Apora). Coordinador del Sistema Institucional de Tutorías de pares de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas (UNR).

Para leer la nota desde la web de Nueva Cátedra, hacer click aquí.